DETALLES


Enredado
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Sus palabras se convirtieron en una maldición. Su maldición en un pensamiento, una obsesión de la que no pude librarme en mucho, mucho tiempo, y que acabó cambiando mi forma de ver la vida.
Acostumbrado como estaba a mirar al infinito, por encima de todo, ahora no veía más allá de mis propias manos. Era angustioso, asfixiante, como si un perro rabioso me hubiera mordido. Eso fueron para mí sus palabras.
¡MALDITA BRUJA!
De calle en calle, de campo en campo, buscaba la imagen, el espacio, el cielo... pero la frustración más me cegaba.
Hasta que un día, quien sabe donde, caí rendido. Con la cabeza en el suelo, la mirada perdida y el alma en el infierno surgió de repente la primera imagen. Las pequeñas formas, los detalles insignificantes, aparecían como entes que perdían su nombre al ser vistos de esta manera tan limitada, una pequeña piedra, el canto de un libro, la vida, la calma, de nuevo el alma.
Entendí claramente que las miradas al infinito eran innecesarias. Los detalles se convirtieron en todo un universo.
La más absurda de las maldiciones se convirtió en la más bella de las bendiciones, en el más bonito de los detalles que nadie pudo haber tenido conmigo.



Gracias maldita bruja.



iGOR