Los metales cuentan con un amplio margen de propiedades físicas. La mayoría de ellos son de color grisáceo, pero algunos presentan distintos colores; el bismuto es rosáceo, el cobre rojizo y el oro amarillo. En otros metales aparece más de un color, y este fenómeno se denomina pleocroísmo. En sí la propiedad de ciertos minerales, que ofrecen distinto color según se miren por reflexión o por refracción.
Y así fue, como a un niño al que le dan una paleta de colores y le dicen: “…pinta el mundo”. Así descubrí el color.
Grises, me dijeron, cómo ver gris allí donde sólo veo colores, un caleidoscopio atravesando el arco iris ante mis ojos.
Y con un acuerdo tácito, sellado por un guiño, comenzó todo el cambio. 
Viendo siempre como los colores se desgranan como eslabones, como las vértebras de la luz, con la facilidad con la que un niño pinta con una tiza la pared de acero que separa su mundo del nuestro.
Ésto es una invitación para mostraros algo, que lejos de ser frío, oscuro y gris, está vivo, lleno de luz y color. He aquí una evolución entre dos mundos que interaccionan entre ellos esperando que el cambio influya en la evolución de otros... quizás esa evolución influya en ti.
